POÉTICAS PUNKERAS SIN CRESTA NI GLAMOUR

Por: Roko Hilguero

Caliche es un punkero sin cresta de uno de los barrios más salvajes de la ciudad en su momento. Un escritor de libros que relata de manera poética sobre los escupitajos de las alcantarillas de una Medellín aguerrida e inconforme; una ciudad alterna a la de la tacita de plata, una metrallo narrada desde cierta esquina estridente de los años 80.

Carlos Alberto David Bravo, conocido en el mundo del rock como Caliche, es un baterista y escritor de canciones. Posee en su haber tres investigaciones ganadoras, todas con un alto puntaje en los estímulos de la alcaldía de Medellín; y dos títulos de libros a su nombre. Un hombre sencillo y de fácil abordaje; un tipo conversador, enriquecido en temas de música y hasta con historias de la poesía que ha rodado, y rueda, por las calles del barrio Castilla.

Entro a la casa de Caliche y me acomodo en su habitación, en una silla de madera para darme a la buena tarea de charlar con él. Es un tercer piso que da una gran vista de la ciudad. Tiene un escritorio debajo de un gran cuadro rojo con negro, en el cual hay fotos de algunas bandas con unas crestas gigantescas como púas. Junto al escritorio, una mesa con compartimentos llenos de libros, además de una gran cantidad de casetes de música que hablan de literatura y de rebeldía. Giro la cabeza a mirar de nuevo por el balcón y veo la imagen de los edificios más reconocidos del centro de Medellín, incluso el Coltejer; y recuerdo a Ramiro Menes en su actuación en ese edificio.

Todo que ver con mi visita esta tarde. Recuerdo a esa otra Medellín que siendo justos con el rock, trató de retratar de forma fallida el director de cine Víctor Gaviria en la película Rodrigo D No Futuro; pero que siendo consecuentes con la realidad, de cierta manera ha dado algún reconocimiento existencial a esa escena punk en la ciudad, lo que llaman Punk Medallo.

Empecé a hablar con Caliche, mientras el líquido amarillo y espumoso de su vaso daba pie a más anécdotas. Parte de la charla fueron algunas historias con su banda Desadaptadoz, que tiene más de 30 años de fundada y que hace parte fundamental de lo que es él como persona, con su lucha social y musical.

No olvidaré la primera vez que vi a Caliche en vivo, no creí que fuera un baterista de una banda de punk. Tenía un peinado tradicional y una vestimenta clásica con camisa, que más hablaba de ser un ciudadano de a pie cualquiera que un agitador de masas en conciertos. Que se va uno a imaginar en sus brazos, la furia de esos golpes en los tarros montado en un escenario; que iba a imaginar si quiera esas letras desgarradas por toda esa violencia policial y las políticas del estado indolente que él ha presenciado; que iba a saber yo en ese momento de ese discurso profundo y sentido salido detrás de ese batería. ¿Han visto a los bateristas de un grupo de rock? Son los que menos se notan en vivo, pero son los más importantes; porque si pierden en el ritmo de la canción se daña todo el acople musical de la banda. Recuerdo el discurso de Caliche en ese concierto, con palabras pausadas pero punzantes a la vez; que le gritaba a la oligarquía, cantaba por la desigualdad.

Dos de las publicaciones de este asiduo narrador del punk local han sido por convocatoria púbica: A Paso Punk, una narración de caminatas por sitios claves en el punk de la comuna 5; y el libro Mala Hierba, que pasó de 180 páginas de la primera edición por convocatoria de estímulos de la alcaldía de Medellín, a las necesarias 351 páginas de su reedición; para poder contar una historia más completa. Esta vez publicado independientemente con la editorial La Valija de Fuego. Las caminatas realizadas por Caliche eran recorridos que se hicieron contando acerca de los inicios del punk en Castilla las anécdotas de algunos personajes y conciertos importantes; para armar a pedazos esta historia.

Caliche me hacía el comparativo del rock en los años 80 con el reggaetón de ahora. Me decía que era música que sonaba en todas las emisoras, pero que el punk era algo más difícil de encontrar. “Eran sonidos de alcantarilla”, afirmaba mientras miraba el cuadro punkero con su sonrisa nerviosa característica. Recuerda que los instrumentos musicales en ese tiempo eran hechizos, era muy difícil tener una guitarra eléctrica, un bajo o un amplificador de sonido. Había una batería en un almacén de instrumentos del centro de la ciudad; y se juntaban varios a mirar esa batería por horas, hasta que Ringo, el baterista de la banda Peste, estudió el instrumento de percusión para hacer uno lo más parecido posible al original con los utensilios que tenía a la mano. La batería se logró, con un mezclero de construcción y hasta cueros de vaca, tapas de olla y radiografías; cosa que daba un sonido particular a ese punk totalmente distinto al rock inglés, que llegaba en discos de acetato y se regrababa de mano en mano a punta de casete.

Desadaptadoz fue compartiendo espacios en conciertos, parches y notas; como se llamaba a esos encuentros por aquellos días. Caliche recordaba, mientras alzaba su mirada al techo como buscando algo, y luego me contaba que los conciertos privados en ese tiempo se hacían llamando al teléfono fijo de casa en casa, citando al encuentro. Yo escuchaba atento y me reía, ya que no recordaba que la tecnología ahora es otra. En aquellos días no existía en los barrios esas fronteras invisibles de ahora “a paso punk recorríamos esto sin pensar en comunas, eso no existía para ese tiempo”, me decía moviendo la cabeza y alzando las cejas en forma de señal de asombro e indignación.

Cuando estuve buscando archivos de Caliche y de su banda Desadaptadoz, logré encontrar una cantidad interesante de conciertos en vivo. Muchas de esas canciones con letras del Poeta Jesús Peña Marín “Chucho Peña”, un personaje recurrente en los relatos de la banda en vivo y en la poesía del punk rock de sus canciones. Uno de los conciertos más interesantes que vi fue el de Intermundos. Cartografías Al Acecho. 2014. Intervención en la calle Barbacoas, en el centro de Medellín, en la cual dan un interesante discurso y finalizan con la musicalización de un poema de Chucho Peña: Esta ausencia tu ausencia.

“La calle, la ciudad para nosotros es como una droga, un trago que provoca entumecimiento y memoria; que es agradable y letal. Sabemos todos que todo poder está organizado contra la poesía, esta es una contra expedición a la ciudad invisible, a la no ciudad…”

https://www.youtube.com/watch?v=vlgi19bjVlk

Hablar de una persona que ha alentado una banda por más de 30 años es muy difícil para  descifrar, en unas cuantas cuartillas. Una agrupación que ha tenido desde hace años el lema de  “no seas un payaso más de la guerra” para hacer pedagogía; que ha recorrido decenas de colegios con programas para invadir con arte la mente de los jóvenes, para decirle no a la guerra, merece unas páginas más. Esas historias eclécticas y poéticas de lo que es Caliche y su banda Desadaptadoz, que al contrario de lo que parece ser su nombre, son actores con apuestas políticas dentro de la escena. Sus actos reiteran su compromiso como una construcción de paz desde el arte. En las calles viven esos sonidos denunciantes, creativos; y que no se dejan comprar ni vender como mercancía, son música sin fecha de vencimiento.

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